viernes, 9 de noviembre de 2007

«Nos cuesta más encontrar trabajo» «En el taller me siento útil»

«En el taller me siento útil» Los centros especiales de empleo son la principal salida laboral para discapacitados «Ahora tengo mi propia cartilla»
En la provincia hay 40 empresas con plantillas compuestas por personas con minusvalía física o psíquica; 13 de ellas implantadas en la capital Los tres centros especiales de referencia en Cáceres suman 62 empleados


La flores de temporada que colorean el parque del Rodeo, los setos de la residencia de ancianos de la avenida de Cervantes o los jardines del centro de oportunidades de El Corte Inglés. Todos estos espacios verdes comparten un denominador común: sus cuidadores son personas con discapacidad intelectual. Juan Manuel Pulido es uno de ellos. Sacho en mano, calza botas negras y viste camisa y pantalón verde. Se confiesa jardinero vocacional.

Este chico de 22 años es uno de los once trabajadores que integran la plantilla del centro especial de empleo San Jorge, que depende de Aspainca (asociación de padres para la integración en Cáceres) y está orientado a la producción de plantas y al mantenimiento de jardines. En la ciudad hay otros doce centros especiales de empleo y en la provincia la cifra asciende hasta los cuarenta, según el dato facilitado por la Junta de Extremadura.

¿Qué son los centros especiales de empleo? Se trata de empresas cuyos trabajadores son, principalmente, personas con minusvalía física o psíquica. La creación de los centros especiales de empleo está regulada por la Ley 13/1982 de 7 de abril de Integración Social de Minusválidos.

Dónde está la diferencia

Entre los rasgos que diferencian a estos centros del resto de empresas hay que apuntar que los primeros reciben una bonificación del cien por cien de la cuota empresarial a la Seguridad Social y que la administración autonómica financia la mitad del salario mínimo interprofesional de cada trabajador. La ley establece, además, que al menos el 70 por ciento de las personas que trabajan en los centros especiales de empleo tienen que ser discapacitadas. El sueldo de los trabajadores se rige por el convenio colectivo general de centros y servicios de atención a personas con discapacidad.

«Los centros especiales de empleo constituyen la herramienta fundamental para crear un entorno laboral que facilite a las personas con discapacidad el acceso al empleo». Ésta es la concepción que Manuel González tiene del lugar en el que trabaja. Es el director de Cocemfe (Federación de asociaciones de discapacitados físicos) en Cáceres y arrastra una limitación funcional física desde la infancia.

En la sede del colectivo -situada en el Nuevo Cáceres- hay 21 empleados, de los que 18 presentan alguna minusvalía física. Esta plantilla es la encargada de prestar los servicios que ofrece Cocemfe: residencia, centro de día y atención integral a discapacitados. «Si no existieran los centros de empleo, el índice de paro sería enormemente alto», apunta el director de Cocemfe.

Manuel González repasa en voz alta el listado de trabajadores de Cocemfe: «un conductor, una limpiadora, cuatro recepcionistas, una cocinera, un auxiliar administrativo, una fisioterapeuta...». La fisioterapeuta es Sonia Silva. Tiene 29 años y es de Barcarrota. Ayuda a caminar por los pasillos de las instalaciones a Juan Manuel Trigoso, uno de sus pacientes. El centro de empleo, reconoce, ha sido un trampolín hacia la integración laboral.

Cocemfe es uno de los tres centros especiales de empleo de referencia en la capital. Los otros dos son el San Jorge -en el que trabaja Juan Manuel Pulido, el jardinero vocacional- y el de la asociación Novaforma, en el polígono industrial de Las Capellanías. Entre los tres suman 62 empleados. El centro de Novaforma tiene la plantilla más numerosa: 33 trabajadores con discapacidad psíquica.

Cartera de clientes

Cocemfe funciona como una empresa de servicios. San Jorge y Novaforma tienen su propia cartera de clientes. La relación que maneja el centro especial de empleo de Aspainca incluye el Canal de Isabel II, el Parador Nacional de Turismo, el Cimov, los institutos Hernández Pacheco, Norba Caesarina, Virgen de Guadalupe y Al-Qázeres, el parque del Cuartillo o el centro de día Francisco Chanclón de la Junta de Extremadura. El centro especial San Jorge cuenta, además, con viveros propios donde sus empleados cultivan las plantas de temporada que estos días se pueden ver en El Rodeo, la residencia de ancianos de la avenida de Cervantes o en las inmediaciones del centro de oportunidades de El Corte Inglés. «San Jorge es una empresa especial por el personal con el que trabaja, pero por lo demás es una empresa totalmente normalizada», resume Isabel Bermejo, presidenta de la asociación Aspainca.

La plantilla del centro especial de empleo de Novaforma se distribuye en dos plantas. En el piso inferior varios operarios de mono azul montan tornillos para la empresa Imedexsa de Casar de Cáceres, eliminan el material sobrante de las piezas de caucho que fabrica Catelsa o componen muebles auxiliares de madera. En el piso superior, confeccionan cojines y pintan cuadros que luego venden en la tienda física (ubicada en Ronda de la Pizarra) o en la virtual. «El trabajo es fundamental para potenciar el sentimiento de utilidad de las personas discapacitadas», apunta Bene Amado, psicóloga y directora del centro del polígono de Las Capellanías.

Que se lo pregunten a Juan Manuel Pulido. «Me gusta tener mi propio sueldo», afirma con una amplia sonrisa el jardinero, enfundado en sus botas negras y su traje verde. Sonia estudió en la Escuela de Fisioterapia que gestiona la ONCE en Madrid. Tiene 29 años, es de Barcarrota, padece una discapacidad visual y desde abril de 2005 trabaja en el centro de Cocemfe en Cáceres. Atiende a personas con minusvalías. De tú a tú. «Al paciente le motiva ver que una persona con discapacidad puede trabajar y puede hacer cosas. A nosotros nos cuesta más encontrar trabajo», comenta. Juan Luis trabaja en el taller de marquetería del centro especial de empleo de Novaforma. Se pasa el día entre marcos, cuadros y, cuando hace falta, echa una mano a la sección de montaje de tornillos. Tiene 34 años. «En el taller me siento útil. Tener mi paga me da libertad», asegura. Su última adquisición ha sido un equipo de música. Lleva tres años contratado y es su primer empleo. María del Mar es toda una veterana en el centro San Jorge. Lleva seis años trabajando en los viveros. Tiene 29 años. «Tenía ganas de empezar a trabajar. Ahora tengo mi propia cartilla», relata mientras retira las hoja secas del jardín de la residencia de ancianos de Cervantes. Vive con sus padres. Le encanta actuar. Pertenece al grupo de teatro de Aspainca. «Me gusta la Penélope Cruz, es la más guapa», confiesa.

Leido en
http://www.hoy.es/20071109/caceres/cuesta-encontrar-trabajo-taller-20071109.html