miércoles, 21 de octubre de 2009

Muletas españolas para discapacitados árabes

Tal como lo cuenta Georges Xanthopoulos, todo comenzó como la iniciativa desesperada de un grupo de personas hastiadas de la violencia y deseosas de ayudar a vivir. Corría 1985, cinco años antes de que los Acuerdos de Taef pusieran fin a la guerra civil libanesa. Los bandos locales y regionales llevaban una década enzarzados en una batalla que terminaría dejando 400.000 heridos, bajas invisibles sin derecho a ayuda alguna.
Dada la inseguridad, pocas ONG internacionales trabajaban en el país, pero la necesidad de asistencia era tan desesperada que un conjunto de libaneses decidió hacer por sí mismo lo que nadie estaba dispuesto a hacer por ellos: crear una asociación local que proporcionase medios para ayudar a los ciegos a desenvolverse en la oscuridad, a los mutilados a encontrar un punto de apoyo, a los sordos a minimizar su aislamiento y a los paralizados disponer de un medio para desplazarse. En otras palabras, animar a los supervivientes a vivir mejorando la escasa calidad de vida que les habían dejado las heridas.
"En aquella época las ayudas técnicas [para discapacitados] no existían, nadie manufacturaba porque costaba mucho dinero y la situación no favorecía la creación de empresas del ramo", explica Xanthopoulus, uno de aquellos voluntarios hoy director de programas de rehabilitación de la ONG Arcenciel, "A principios de los 90, al final de la guerra, varias ONG internacionales nos dieron material de segunda mano para rehabilitarlo y distribuirlo". No sólo consiguieron transformar aquellas sillas de ruedas y muletas usadas en artilugios personalizados según las necesidades de sus beneficiarios. Casi 25 años más tarde, la iniciativa de aquellos voluntarios se ha convertido en una de las principales ONG de Oriente Próximo en lo que al suministro de ayudas técnicas para discapacitados se refiere.
Desde 2006, Arceniel traspasa fronteras para extenderse a Siria, Jordania y Egipto, países donde ha instalado centros de formación para reparar y manufacturar el material que, por el momento, es enviado desde el Líbano. En el país del Cedro dispone de tres fábricas que abastecen de sillas de ruedas, andadores, muletas, barreras para baño o calzado especial, entre otras ayudas, a todo aquel que lo pueda necesitar.

Trabajo del cuero para los zapatos en el centro de la ONG Arcenciel en Beirut. Mónica G. Prieto
Ayuda española, imprescindible
El milagro sería imposible sin la ayuda española. El mayor inversor en Arcenciel es la Agencia de Cooperación Internacional mediante la Fundación Promoción Social de la Cultura, una de las ONG nacionales presentes en el Líbano pese a las dudas que tuvo su presidenta, Pilar Lara, a la hora de penetrar en la región. En su encuentro de ayer con la primera dama libanesa, Wafa Sleiman, de visita oficial con el presidente de la República en España, Lara le confesó cómo en 1992 estaba decidida a rechazar un proyecto de cooperación con el Líbano cuando tuvo oportunidad de visitar el país del Cedro. "Tengo que reconocer que aquellos días que pasé en el Líbano me hicieron cambiar de opinión", admitía en declaraciones recogidas por L’Orient Le Jour.
La FPSC, la ONG española que lleva más años sobre el terreno y responsable de la gestión del mayor porcentaje de fondos españoles dirigidos al Líbano, aún tardaría cuatro años en fijarse en Arcenciel. En 1994, la ONG francesa Handicap Internacional envió monitores para entrenarles en la creación de ayudas técnicas y compró la maquinaria necesaria para hacer a Arcenciel una institución autosuficiente, fortaleciéndola de cara a otros donantes.
En 1996, la AECI mediante la FPSC "se convirtió en el socio internacional más perdurable. Sin duda alguna, el mayor aporte económico de nuestra organización proviene de España. Ellos construyeron este centro", prosigue Xanthopoulos señalando la sede de Arcenciel situada en la Corniche al Nahr de Beirut y empapelada con murales decorados con banderas rojigualdas que recogen fotografías y artículos dedicados a la cooperación española.
La labor social de Arcenciel no se limita a proporcionar ayudas técnicas. "Otro de nuestros objetivos primordiales es formar a los minusválidos para que pudieran trabajar. Y en esa estrategia encontramos nuestra mano de obra", explica su director del programa de rehabilitación.

Una mujer trabaja en la decoración a mano de piezas de cerámica. Mónica G. Prieto
En expansión
El 80% de los empleados de su organización son discapacitados. Hombres y mujeres en sillas de ruedas o ayudados con muletas pueblan el taller de reparación, la fábrica y el almacén de la ONG. Ellos seleccionan las barras de metal, les dan forma y las sueldan, hornean moldes de asientos especiales, trabajan el cuero que reviste el calzado especial y modifican automóviles para hacerlos aptos para discapacitados. Las actividades se amplían gracias a la creatividad: siete mujeres discapacitadas acuden cada día para decorar a mano piezas de cerámica que son utilizadas por varios restaurantes libaneses.
Con el tiempo, otras dos fábricas han sido abiertas en Halba (en la norteña región de Akkar) y en Taanayel, en el valle de la Bekaa. Ambas manufacturan ayudas técnicas, pero la ONG se ha expandido también en otros aspectos. Ahora dispone de programas en los campos de la salud, la juventud, el empleo, la agricultura, el medio ambiente y la sociedad, con 10 centros en todo el país donde desarrollar sus proyectos.

Dos de los trabajadores del centro de la ONG Arcenciel en Beirut. Mónica G. Prieto
Desde su fundación, la ONG ha sensibilizado al Gobierno libanés hasta el punto de animar a la creación, en 1995, de un Comité Nacional dedicado a velar por los 140.000 discapacitados del país, la mitad debido a la guerra. Gracias a ello, el Ministerio de Asuntos Sociales ha instaurado tarjetas que les permiten beneficiarse de los servicios de Arcenciel y acogerse a varias ventajas estatales, así como acceder a formación laboral. Sólo 70.000 se han registrado, y la intención de Arcenciel es aumentar al máximo la cifra, hasta el punto de haber instalado una oficina del Ministerio en su sede para que todo aquel que desconozca sus derechos pueda beneficiarse de ellos de forma inmediata.

Leido en:
El mundo- blogs por Monica G. Prieto