Dice la implacable Ley de Murphy que cualquier problema tiende a empeorar si se le deja suelto: y la teoría se está cumpliendo punto por punto en el caso del pesquero “Alakrana”. Lo que empezó como un secuestro acaso evitable se ha convertido al cabo de un mes en una situación desesperada para los treinta y seis marineros –dieciséis de ellos españoles- que los piratas del Índico mantienen como rehenes a punta de Kalashnikov.
Crecidos por la actitud en apariencia pusilánime del Gobierno español, los bucaneros acaban de darse el lujo de desembarcar a tres de los tripulantes del buque secuestrado –un vasco y dos gallegos- ante los mismísimos cañones de una fragata de la Armada que los vigila. Poco pueden hacer, ciertamente, los militares encargados de proteger a los pescadores. El uso de la fuerza, que ya implicaba gravísimos riesgos cuando toda la marinería del “Alakrana” estaba a bordo del pesquero, pasaría a ser un propósito simplemente impensable ahora que algunos de ellos han sido trasladados a tierra firme en Somalia. Aunque la ministra diga que “todas las opciones están abiertas” para conseguir la liberación de los prisioneros.
Cumple recordar, en todo caso, que el Ministerio de Defensa no dio crédito a la amenaza de desembarcar a los marineros lanzada por los secuestradores hace justamente un mes. Decían en efecto fuentes de ese departamento el pasado 4 octubre que no había razón alguna para temer que los tripulantes del “Alakrana” fuesen llevados a tierra, ya que –en su opinión- “esta banda de piratas no actúa de ese modo”. Infelizmente la realidad le ha estropeado el pronóstico a la autoridad competente. Tal vez los servicios de Inteligencia españoles no hayan sido en esta ocasión tan inteligentes como de costumbre. O quizá el comportamiento de los bucaneros sea imprevisible. Quién sabe.
Lo cierto es que, contra todas las previsiones del Gobierno, un secuestro que en principio fue marítimo acaba de convertirse en una operación anfibia, con treinta y tres rehenes –sin agua y casi sin víveres- a bordo del pesquero y otros tres en algún lugar de Somalia. Por fortuna, los diligentes servicios de información del Reino de España tienen localizado ya el lugar exacto en el que se encuentran estos tres últimos e incluso pueden dar fe de que se encuentran en buenas condiciones. Así lo ha confirmado personalmente la ministra del ramo, Carme Chacón, que a mayores garantiza el buen estado general de todos los rehenes: ya sean los que permanecen a bordo, ya los que están en tierra.
Más aún que eso, Chacón ha querido restarle dramatismo al asunto tras recordar que actualmente son doce los pesqueros secuestrados en aguas del Cuerno de África cuyas circunstancias no difieren gran cosa de las que están padeciendo los desdichados marineros del “Alakrana”. Puede que esto no alivie gran cosa la angustia de los tripulantes y sus familiares, pero sí parece tranquilizar en cambio a los altos responsables de Defensa. A riesgo de abusar del refranero, se diría que mal de muchos es consuelo de ministras.
Mucho menos optimistas, las familias de los secuestrados que han conseguido hablar con ellos dan cuenta de la penosa situación en que se encuentran y de su precario estado anímico tras la última e inquietante deriva que han tomado los acontecimientos. A las lógicas incomodidades de un mes de prisión forzosa se suma el deterioro de sus condiciones de vida y, por si todo ello fuera poco, la amenaza –en parte ya cumplida- de trasladarlos a una tierra tan poco firme como la de Somalia, país sin Estado y sin ley.
Felizmente, la ministra ha querido aplacar el desasosiego de las víctimas recordando –no sin razón- que estos lances se han vivido ya en anteriores secuestros, resueltos todos ellos con la liberación de los cautivos. A despecho de la Ley de Murphy, no queda sino confiar en esos precedentes.
anxel
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