miércoles, 15 de agosto de 2007

¿Que es el sindrome de PETER PAN?


Incapaces de crecer


Hijos que nunca creen apropiado marcharse de casa, cuarentones con una vida social típica de un adolescente, amistades y grupos de salida mucho más jóvenes. Se trata de personas que, a pesar de haber alcanzado la edad adulta, son inmaduros emocionales y no quieren o son incapaces de crecer y afrontar las responsabilidades que conlleva la vida adulta.


Son personas que padecen el denominado síndrome de Peter Pan, un nombre que se basa en el conocido personaje de la literatura infantil creado por el escocés James Matews Barrie en el año 1904. La primera vez que se utilizó el nombre de Peter Pan, haciendo alusión a un problema emocional fue en el año 1966, cuando el psiquiatra Eric Berne se refirió con este nombre al niño que todo adulto lleva dentro y que está centrado sólo en satisfacer sus propias demandas y necesidades. Casi veinte años más tarde, en 1983, el psicólogo Dan Kiley escribió en un libro en qué consistía el que ya denominaba como "síndrome de Peter Pan". El psicólogo lo aplicaba, tal y como se continúa haciendo en la actualidad, para definir a los adultos que no quieren o se sienten incapaces de crecer. Un año después utilizó el término de "Síndrome de Wendy" para describir a quienes actúan como padre o madre con su pareja o con la gente más próxima, liberándoles de la asunción de responsabilidades.


La infancia es una etapa de felicidad, en la que no se tiene conciencia de la existencia de problemas, ya que otros (padres, maestros, abuelos&) los solucionan por ellos. Hacia el final de la adolescencia, sin embargo, se produce un cambio de mentalidad y una toma de conciencia sobre las responsabilidades que hay que tomar.

Cada persona empieza a orientar su vida hacia una determinada dirección, aunque algunos individuos se niegan a superar esta etapa y se resisten a crecer y afrontar responsabilidades de la vida adulta. El síndrome de Peter Pan puede darse en ambos sexos, aunque es más frecuente entre los hombres.


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Caracteristicas de las personas con el síndrome


-Le seduce más la juventud, que suele tener idealizada, que su momento real de madurez.
-Tiene un enorme miedo a la soledad.
-Es inseguro, aunque no lo demuestre e incluso pueda aparentar lo contrario.
-Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar y no se molesta en dar o hacer.
-No está hecho para la vida adulta, no se compromete por creer que el compromiso es un obstáculo para su libertad.
-Tiene al lado a otra persona que cubre estas necesidades básicas.
-No se responsabiliza de lo que hace, pero cree que los otros sí lo hacen
-Vive centrado en sí mismo: sus disgustos, su estrés, su excesivo trabajo...
-Aunque disfrute de éxito profesional, económico... se da cuenta de que su vida no tiene la firmeza ni la estabilidad que le gustaría
-Está permanentemente insatisfecho con lo que tiene, pero nunca toma iniciativas ni hace nada por solucionar su situación.
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¿Cómo solucionarlo?


No es fácil enfrentarse a un problema cuando no se reconoce su existencia, y ésta suele ser la principal característica en quienes padecen este síndrome de inmadurez emocional. Por ello es esencial que, en primer lugar, "el enfermo sea capaz de darse cuenta de que su actitud no es normal ni adecuada y asumir que tiene un problema". Y, aunque para muchas personas pueda parecer obvio, "no es tarea sencilla", según asegura Rodríguez, porque culpar y hacer responsables siempre a los demás de todo cuanto les sucede es parte de este síndrome.


Culpar y hacer responsables siempre a los demás de todo cuanto les sucede es parte de este síndrome


La asunción de su responsabilidad no llega en muchos casos hasta que sienten en carne propia las consecuencias de sus actos, y es únicamente entonces cuando piensan en la necesidad de algún cambio de actitud
Las conductas ejercidas durante muchos años no se modifican fácilmente, por lo que una terapia psicológica sería la mejor indicación, en opinión de la experta del Centro de Estudio y Terapia del Comportamiento de San Sebastián, quien añade la conveniencia de comenzar con una terapia de pareja o familiar, para evitar el error de considerar que el problema se encuentra sólo en uno de los integrantes de la familia o la pareja, cuando en muchos casos los demás favorecen, sin darse cuenta, conductas de este tipo.

de nuestra amiga y colaboradora Dra. Maria Rodriguez