Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra hoy 16 de octubre, asistimos estos días a un baile de cifras recogidas en diferentes informes que reflejan el hambre y la situación desesperada de millones de personas en todo el mundo. Oxfam Internacional, Intermón Oxfam en España, no podía permanecer impasible a esta realidad y ha querido aprovechar esta fecha enmarcada en la semana de movilizaciones contra la pobreza para aportar su pequeño granito de arena presentando el informe titulado Precios de doble filo, elaborado por la responsable del equipo de investigación de IO, Teresa Cavero.
Con el informe, Intermón pone sobre la mesa una paradoja que consideramos inaceptable: la subida de los precios de los alimentos en los últimos meses debería haber beneficiado a millones de personas pobres que viven de la agricultura. Sin embargo, ha afectado negativamente tanto a productores como a consumidores en todo el mundo, especialmente a aquellos sectores más desfavorecidos de los países en desarrollo y a la población más vulnerable. Las consecuencias y el impacto que ha traído consigo el encarecimiento de los alimentos no es fruto de la fatalidad o de las circunstancias a corto plazo sino más bien de políticas y decisiones equivocadas promovidas, y en ocasiones impuestas, por los gobiernos de los países en vías de desarrollo y de los diferentes organismos internacionales.
Los datos son demoledores: 850 millones de personas pasaban hambre antes de que estallara la crisis, 119 millones de personas más han comenzado a pasar hambre en los dos últimos años y 290 millones de personas están en riesgo de caer en la pobreza por esta subida de precios. Sin embargo, estas escalofriantes cifras parecen no inquietar a los países ricos, más preocupados estos días en subsanar la crisis financiera y la tormenta mediática que gira a su alrededor, que en mirar hacia aquellos que les están pidiendo ayuda urgente. Basta mencionar un ejemplo que el economista de Oxfam, Duncan Green, (autor del libro “De la pobreza al poder”) mencionaba estos días: los 700.000 millones de dólares aprobados en EEUU para solventar la crisis financiera servirían para pagar dos veces la deuda acumulada de los 49 países más pobres del mundo y serían suficientes para erradicar toda la pobreza a nivel mundial durante dos año.
La crisis alimentaria no puede quedar en un segundo plano. Se necesitan reformas estructurales a medio y largo plazo que equilibren la balanza y rescaten del abismo a millones de personas que sólo tienen un plato de comida al día para alimentarse o tienen que ingeniárselas para sacar adelante a sus familias. Por ejemplo, en Malawi, las mujeres --las más perjudicadas por la subida de precios-- se han visto obligadas a utilizar como único alimento un tipo de judías que si no se cocinan de forma adecuada pueden resultar venenosas. Ello les lleva mucho tiempo, porque tienen que cambiar el agua de cocción al menos siete veces, y además, conlleva a consumir la escasa agua y madera de que disponen. Es tan sólo un ejemplo de esta situación que no tendría por qué darse de haberse llevado adelante políticas adecuadas.
De hecho, el informe resalta que en aquellos países en desarrollo donde los gobiernos han invertido en agricultura y donde se han llevado a cabo políticas de apoyo a las poblaciones más desfavorecidas, el impacto de la subida de precios ha sido menos severo. Es el caso de muy pocos países, entre los que se encuentran Brasil y México.
Intermón Oxfam aporta diez medidas que los gobiernos del sur –con el apoyo de la comunidad internacional- deberían adoptar para paliar los efectos de la crisis alimentaria y prevenir un impacto tan negativo en futuras crisis. Entre ellas, destaca el aumento de la inversión en agricultura dirigida a pequeños productores, apostar por programas de protección social y apoyar la creación de sindicatos y organizaciones de productores, especialmente de mujeres. Además, los países ricos, el Banco Mundial y los países donantes deben coordinar sus acciones y la ayuda económica en materia de crisis de precios bajo las directrices de Naciones Unidas, y dejar de presionar para forzar la rápida liberación de los mercados en los acuerdos que mantienen con los países en desarrollo.
Estas son algunas de las propuestas que Intermón quiere hacer llegar a aquellos que tienen buena parte de responsabilidad en esas cifras que hoy nos inundan y que, lejos de la frialdad de los números, ponen de manifiesto la malnutrición global y galopante a la que se han visto abocadas millones de personas en todo el mundo.
Fuente:
http://elperiodico.com/blogs/mapamundi/blogs/clavedesol/archive/2008/10/16/una-paradoja-inaceptable.aspx