Imposible un Hawking gallego
MÍRIAM ENRÍQUEZ | Barcelona | 28/09/2008 | Actualizada a las 17:11
Justamente el mismo día en que el científico Stephen Hawking aterrizaba en Labacolla para pasar seis días en la capital gallega con motivo de la entrega del premio Fonseca 2008, parapetado con un gran soporte tecnológico y un equipo de al menos seis personas que lo asisten de forma directa durante todo el viaje, la Xunta decidía que 30 ciudadanos gallegos, que al igual que el científico inglés necesitan soporte para llevar adelante su vida diaria -y que hasta ese momento estaban formando parte de un proyecto piloto de Asistencia Personal-, a partir del 1 de octubre se van a quedar en la estacada y a expensas de una Ley de la Dependencia (39/2006) que los va a devolver al confinamiento, recluidos en sus casas o en residencias.
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Stephen Hawking, a pesar de una condición física muy precaria, ha podido desarrollarse como científico, profesor, esposo, padre, amigo, etc. al igual que otras muchas personas. No sólo por su talento o su gran fuerza de voluntad, no nos equivoquemos, sino porque ha contado a lo largo de su vida con un equipo, cada vez más numeroso, de asistentes personales, de asistencia tecnológica y de un entorno accesible y adaptado a sus necesidades. Esto le ha permitido, primeramente, poder levantarse de la cama, acostarse, comer, realizar sus necesidades fisiológicas, desplazarse, trabajar, relacionarse social y laboralmente, etc. Y sólo a partir de ese momento, desarrollar su actividad científica y sus dotes divulgativas.
Si el director del hotel donde estuvo alojado el Sr. Hawking considera "que ninguna de las peticiones pueden ser calificadas de caprichos, son necesidades motivadas por sus condiciones físicas" (La Voz de Galicia, 27-8-08), ¿por qué la provisión de asistencia personal y tecnológica para los españoles es considerada un lujo y no un derecho?
Está claro que el Stephen Hawking gallego no es ni será posible mientras el científico inglés sea tratado como un héroe, adaptando milagrosamente y en tiempo récord suites de hoteles, restaurantes, locales de conferencias y hasta la mismísima catedral. Y en cambio, permitiendo que ciudadanos gallegos, con necesidades similares, sobrevivan en la incertidumbre y la precariedad, impunemente discriminados y abocados a la pobreza.
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