Manuel Gancedo sigue librando batallas no contra su ex- mujer, sino por su hija. Parece ser que la que que libra la batalla contra él y cebándose, tanto con su hija como con él es ella al privarles de poder ejercer su derecho como padre y como hija que son y que hasta judicialmente disponen.
La moneda del descontento frente a lo injusto puede presentar dos caras: el enojo (acción) y la tristeza (pasividad).
Manuel sigue optando por la primera porque es un hombre de acción y quiere ejercer su derecho de padre a estar con su hija, sentirla, disfrutarla y cultivar en ella ese sentimiento de paternidad que sólo a él y a su hija les pertenece.
Sigue manifestando al mundo lo injusto que es y lo enojado que está porque para su realidad no exista una respuesta práctica que conduzca a que su hija juegue con él, ria con él disfrute de él, reflexione con él, comparta momentos con él, como cualquier otra niña de su edad mientras se dispone de un padre que te quiere, te reconoce y te anhela.
Una de las últimas tentativas de su ex-mujer ha sido la solicitar un alejamiento del padre a la niña alegando malos tratos. Solicitud, que obvia y afortunadamente ha desestimado la justicia, porque ¿qué daño puede hacer un padre a su hija cuando además de estar intentándolo todo por ella, una irónica enfermedad llamada ELA (Esclerosis Lateral Amiotrofica) , le tiene inmovilizado en su cama?
Viendo estas absurdas y perniciosas situaciones, al igual que Manuel yo también me siento descontenta y me enfrento a esas dos caras: La cara del enojo de la mano de la acción o la de la tristeza que se deja arrastrar de la mano de la pasividad. Y al final opto, como Manuel por hacer visible desde mis posibilidades la cara del enojo, la del intento desde la rabia y la impotencia que produce saber que enfermedades tan deplorables como la de la ignorancia y la rivalidad asociada a esta madre y ex mujer, abundan en nuestra sociedad y son más devastadoras humanamente y más graves que la ELA.
Por favor, que circule este escrito, a lo mejor hasta salvamos una perdida conciencia.
Mª Ángeles Sierra.